jueves, 29 de enero de 2015

ESTUDIANTES REALIZAN TRABAJO SOCIAL

Estudiantes de colegios de Samborondón cuentan experiencias en proyectos de trabajo social
La estudiante ELIZABETH MIRANDA cuenta su anecdota en el trabajo social: "Subida en una escalera, Camila Vélez , de 14 años, mueve con mucha delicadeza una brocha con pintura sobre una pared de una casa en Nueva Prosperina, noroeste de Guayaquil. Son alrededor de las 11:00 del pasado sábado 24 de enero.

“Es para ayudar. Venimos voluntariamente, me hace feliz dar mi tiempo aquí, siento que soy útil”, indica Camila, quien vive en Ciudad Celeste (km 9,5) y estudia en la Unidad Educativa Monte Tabor Nazaret, ubicada en el km 13,5 de la vía a Samborondón.

Entre sonrisas y conversaciones sobre las tareas del colegio y música, ella disfruta mientras pinta con unos 30 compañeros de aula. Le sostiene la escalera Carlos Reinoso, de 14 años. “Esto es chévere porque además compartimos con las familias y conocemos su realidad que nos abre los ojos para que no vivamos en una burbuja y recordemos además siempre que debemos ayudar al prójimo”, comenta.

En el proyecto social de la institución se han involucrado de forma voluntaria 110 estudiantes de octavo a segundo de bachillerato. Las casas que se construyen son de caña y de cemento. La iniciativa se desarrolla en convenio con la Fundación Compartir de Guayaquil, se contratan albañiles y algunos padres también acuden para ayudar en las edificaciones que levantan los fines de semana desde las 09:00 hasta la tarde.

Valeria Buendía, trabajadora social de la Unidad Educativa Monte Tabor Nazaret, indica que los materiales para la construcción se compran con dinero que entregan los estudiantes; para recaudar fondos ellos hacen eventos y planificaciones como conciertos y actividades deportivas. “Es una oportunidad que tienen para dar a la comunidad. Están muy motivados, trabajan juntos para ayudar”.

“Son experiencias de vida, no las vive en la casa. Esto le ayuda a conocer que hay que sacrificarse mucho para obtener algo”, comenta Christian Vélez, papá de Camila, quien la acompaña durante la jornada de trabajo en Nueva Prosperina.

Es para ayudar. Venimos voluntariamente, me hace feliz dar mi tiempo aquí, siento que soy útil.
Camila Vélez, estudiante de Monte Tabor Nazaret
En otro rincón de la casa, Santiago Requena, de 14 años, quien vive en Urdesa (norte de Guayaquil) le decía a uno de sus compañeros: “Así se mueve la brocha, lentamente, primero hacia arriba”. “Yo ya he estado otras veces ayudando a pintar casas para familias necesitadas, es algo que me gusta mucho porque aprendo y puedo ayudar”, dice.

Para Andrea Velásquez, pintar era algo nuevo. “Es la primera vez que hago algo así, Hoy me levante más temprano y presté una brocha. Todo esto lo disfruto y lo hago con amor”, dice mientras trata de no desconcentrarse para no perder el equilibrio, pues está subida en un tanque que han volteado para que sirva como plataforma.

Otro de los estudiantes que ha participado en la construcción de casas es Juan Manuel Chacón, quien vive en Laguna del Sol. Nos comenta que el 18 de enero, ayudó a pintar y a mover piezas de caña para colocarlas en la pared de una vivienda en el cantón Salitre. “Conseguí unos guantes y me uní al grupo. Hacer esto me llena de alegría, es gratificante.”, dice Juan, de 16 años.

Valeria explica que antes de que los estudiantes acudan al sitio donde ayudarán a cargar piezas de madera, caña, herramientas y pintar, conocen a las familias.

“Ellos muestran un espíritu colaborador muy elevado. Es genuina su bondad y la alegría con la que participan en el trabajo”, afirma Kathia Velásquez, trabajadora social de la Fundación Compartir.


Son algunos planteles que tienen entre su planificación anual la realización de proyectos sociales, con el objetivo de fortalecer valores como la bondad y solidaridad en los estudiantes.

Yo guardé dinero en una fundita para ayudar. Me gustaría siempre dar para hacer casas. Ese día pasé muy bien (cuando levantó la casa).

Alberto García, estudiante del Preescolar Delta -Torremar
En el preescolar Torremar – Delta, que está ubicado en las instalaciones de la Unidad Educativa Bilingüe Delta (km 12,5 de la vía a Samborondón), se motiva a los alumnos desde temprana edad para que se unan también a proyectos sociales de construcción.

Los niños de 2 a 6 años colocaron dinero en alcancías y sus familias dieron aportes durante los últimos meses del año pasado para la iniciativa Hogares Luminosos y Alegres, que permitió levantar tres casas en el recinto El Lechugal, del cantón Daule, el 17 de enero.

Conocemos su realidad, eso nos abre los ojos para que no vivamos en una burbuja y recordemos que debemos ayudar.
Carlos Reinoso, estudiante de Monte Tabor Nazaret
Esto fue parte de la campaña Sembradores de Paz y Alegría en Navidad, con el que se recaudó fondos entre los estudiantes. “Yo guardaba en mi cómoda todos los días”, dice con alegría Isabel García, de tres años.

María Gabriela Ottati, directora del preescolar, indica que involucrar a los pequeños en los proyectos sociales les da una oportunidad para que puedan poner en práctica la solidaridad, generosidad, orden y organización. “Hacer es mucho más importante que hablar, colaborar y estar en el lugar donde se construye hará que los valores queden bien sembrados”.

El sábado 17, los pequeños jugaban con los hijos de los beneficiarios de las casas, los más grandes, sus hermanos, alumnos de Delta, ayudaban a sus padres pasandoles herramientas no peligrosas.

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