Estudiantes de colegios de
Samborondón cuentan experiencias en proyectos de trabajo social
La estudiante ELIZABETH MIRANDA
cuenta su anecdota en el trabajo social: "Subida en una escalera, Camila
Vélez , de 14 años, mueve con mucha delicadeza una brocha con pintura sobre una
pared de una casa en Nueva Prosperina, noroeste de Guayaquil. Son alrededor de
las 11:00 del pasado sábado 24 de enero.
“Es para ayudar. Venimos
voluntariamente, me hace feliz dar mi tiempo aquí, siento que soy útil”, indica
Camila, quien vive en Ciudad Celeste (km 9,5) y estudia en la Unidad Educativa
Monte Tabor Nazaret, ubicada en el km 13,5 de la vía a Samborondón.
Entre sonrisas y conversaciones
sobre las tareas del colegio y música, ella disfruta mientras pinta con unos 30
compañeros de aula. Le sostiene la escalera Carlos Reinoso, de 14 años. “Esto
es chévere porque además compartimos con las familias y conocemos su realidad
que nos abre los ojos para que no vivamos en una burbuja y recordemos además
siempre que debemos ayudar al prójimo”, comenta.
En el proyecto social de la
institución se han involucrado de forma voluntaria 110 estudiantes de octavo a
segundo de bachillerato. Las casas que se construyen son de caña y de cemento.
La iniciativa se desarrolla en convenio con la Fundación Compartir de
Guayaquil, se contratan albañiles y algunos padres también acuden para ayudar
en las edificaciones que levantan los fines de semana desde las 09:00 hasta la
tarde.
Valeria Buendía, trabajadora
social de la Unidad Educativa Monte Tabor Nazaret, indica que los materiales
para la construcción se compran con dinero que entregan los estudiantes; para
recaudar fondos ellos hacen eventos y planificaciones como conciertos y
actividades deportivas. “Es una oportunidad que tienen para dar a la comunidad.
Están muy motivados, trabajan juntos para ayudar”.
“Son experiencias de vida, no
las vive en la casa. Esto le ayuda a conocer que hay que sacrificarse mucho
para obtener algo”, comenta Christian Vélez, papá de Camila, quien la acompaña
durante la jornada de trabajo en Nueva Prosperina.
Es para ayudar. Venimos
voluntariamente, me hace feliz dar mi tiempo aquí, siento que soy útil.
Camila Vélez, estudiante de
Monte Tabor Nazaret
En otro rincón de la casa,
Santiago Requena, de 14 años, quien vive en Urdesa (norte de Guayaquil) le
decía a uno de sus compañeros: “Así se mueve la brocha, lentamente, primero
hacia arriba”. “Yo ya he estado otras veces ayudando a pintar casas para
familias necesitadas, es algo que me gusta mucho porque aprendo y puedo
ayudar”, dice.
Para Andrea Velásquez, pintar
era algo nuevo. “Es la primera vez que hago algo así, Hoy me levante más
temprano y presté una brocha. Todo esto lo disfruto y lo hago con amor”, dice
mientras trata de no desconcentrarse para no perder el equilibrio, pues está
subida en un tanque que han volteado para que sirva como plataforma.
Otro de los estudiantes que ha
participado en la construcción de casas es Juan Manuel Chacón, quien vive en
Laguna del Sol. Nos comenta que el 18 de enero, ayudó a pintar y a mover piezas
de caña para colocarlas en la pared de una vivienda en el cantón Salitre.
“Conseguí unos guantes y me uní al grupo. Hacer esto me llena de alegría, es
gratificante.”, dice Juan, de 16 años.
Valeria explica que antes de
que los estudiantes acudan al sitio donde ayudarán a cargar piezas de madera,
caña, herramientas y pintar, conocen a las familias.
“Ellos muestran un espíritu
colaborador muy elevado. Es genuina su bondad y la alegría con la que
participan en el trabajo”, afirma Kathia Velásquez, trabajadora social de la
Fundación Compartir.
Son algunos planteles que
tienen entre su planificación anual la realización de proyectos sociales, con
el objetivo de fortalecer valores como la bondad y solidaridad en los
estudiantes.
Yo guardé dinero en una fundita
para ayudar. Me gustaría siempre dar para hacer casas. Ese día pasé muy bien
(cuando levantó la casa).
Alberto García, estudiante del
Preescolar Delta -Torremar
En el preescolar Torremar –
Delta, que está ubicado en las instalaciones de la Unidad Educativa Bilingüe
Delta (km 12,5 de la vía a Samborondón), se motiva a los alumnos desde temprana
edad para que se unan también a proyectos sociales de construcción.
Los niños de 2 a 6 años
colocaron dinero en alcancías y sus familias dieron aportes durante los últimos
meses del año pasado para la iniciativa Hogares Luminosos y Alegres, que
permitió levantar tres casas en el recinto El Lechugal, del cantón Daule, el 17
de enero.
Conocemos su realidad, eso nos
abre los ojos para que no vivamos en una burbuja y recordemos que debemos
ayudar.
Carlos Reinoso, estudiante de
Monte Tabor Nazaret
Esto fue parte de la campaña
Sembradores de Paz y Alegría en Navidad, con el que se recaudó fondos entre los
estudiantes. “Yo guardaba en mi cómoda todos los días”, dice con alegría Isabel
García, de tres años.
María Gabriela Ottati,
directora del preescolar, indica que involucrar a los pequeños en los proyectos
sociales les da una oportunidad para que puedan poner en práctica la
solidaridad, generosidad, orden y organización. “Hacer es mucho más importante
que hablar, colaborar y estar en el lugar donde se construye hará que los
valores queden bien sembrados”.
El sábado 17, los pequeños
jugaban con los hijos de los beneficiarios de las casas, los más grandes, sus
hermanos, alumnos de Delta, ayudaban a sus padres pasandoles herramientas no
peligrosas.